Los directivos de AT& T, sin duda, se podían identificar con todos los conceptos que se exponen en este capítulo. La existencia de las fuerzas del cambio, en la organización y el ambiente, estaba bien clara. Incluso antes de la división, AT& T había iniciado programas diseñados para hacer cambios; por ejemplo, la empresa ya había negociado un contrato sindical con Communications Workers of America que incluía un programa nuevo para la calidad-de-la-vida-laboral para mejorar la comunicación y la cooperación obmro-patronal.
Como AT& T era tan grande antes de su división, la inercia sólo se podía superar con esfuerzos permanentes. Cuando se iniciaron los despidos, la oposición al cambio se acentuó en algunos empleados, en proporción con la incertidumbre de la empresa, pero disminuyó en el caso de otros, que estaban ansiosos de que ocurriera algo, casi lo que fuera.
Hace poco, Robert Allen, el director general, ha iniciado un programa de cambio en AT& T que pretende cambiar la cultura de la gigante, para que sea más responsable y flexible. Este programa de cambio planeado, fundamentado en una serie de valores llamada "Nuestro vínculo común", pretende sentar las bases de los valores éticos y mercantiles que AT& T pueda aplicar a todos sus negocios. En la subsidiaria Universal Card, que mereció el prestigiado premio Malcolm Baldrige a la calidad nacional, una serie de valores como "Nuestro vínculo común", fue fundamental para crear una actitud de "lo podemos hacer" en los empleados.
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