sábado, 16 de noviembre de 2013

El modelo del costo-beneficio

Ha sido la forma dominante para concebir soluciones ambientales durante 30 años, sobre todo con la mentalidad de quienes regulan el ambiente. En pocas palabras, si los beneficios de la reglamentación ambiental propuesta son superiores a sus costos, en tal caso el reglamento se debe aplicar. Sin embargo, si los costos de una regla ambiental concreta son superiores a los beneficios percibidos, entonces la regla no se debe aplicar.

Por ejemplo, si se pueden producir refrigeradores buenos sin CFC, por un precio no muy superior al anterior, entonces el beneficio- no contribuir al agotamiento de la capa de ozono- es superior al aumento del costo. Por el contrario, si estos productos nuevos no funcionan igual de bien que los viejos o si resultan prohibitivamente caros, entonces cabe decir que los costos son superiores a los beneficios.

El problema del razonamiento del costo-beneficio es que no todos los costos y beneficios se pueden cuantificar con facilidad. Por ejemplo, en qué beneficia a nuestros hijos, que no se destruya la capa de ozono? Este beneficio es dificil de medir. Como hemos ignorado el ambiente natural durante tanto tiempo, ahora es dificil añadir, sin más, "los costos ambientales" a las ecuaciones normales de los negocios. En el caso de algunos problemas ambientales locales o específicos de un lugar, el razonamiento nos puede servir para llegar a soluciones que tengan sentido, pero el aplicarlo en forma global no funciona muy bien. Todavia no alcanzamos a entender bien los costos y beneficios, a largo plazo, de la acción o la fata de acción respecto al ambiente.

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