sábado, 18 de enero de 2014

Relativismo cultural (III)

Cuando las empresas se encuentran atrapadas entre órdenes morales y exigencias jurídicas de más de una cultura, que se contraponen, el único consejo que puede ofrecer el relativista cultural es: haga lo que quiera, porque haga lo que haga violará los postulados legales. Así el relativismo cultural, lejos de ayudar a Dresser a salir de una situación díficil, sólo confirmaría la conciencia de que la compañia no puede eludir el dilema.

El otro problema del relativismo cultural es que la mayor parte de las culturas entraña muchas diferencias. Por tanto, las normas que podrían parecer genereralizadas, quizá no reflejen los valores de toda la población, ni siquiera de la mayoría. El relativismo contribuye con algo al debate en torno a la ética de los negocios: nos recuerda que existe una interrelación entre las personas y la comunidad; requisito fundamental para el razonamiento del ético.

El reto del relativismo ilustra la profundidad y la complejidad de la ética. El relativismo nos despierta la tentación de optar por una salida fácil. Sin embargo, visto que la gerencia tiene un componente ético considerable, el complejo diálogo de la ética resulta ineludible. Los gerentes, deben referirse explícitamente a la relación entre ética y administración y así podrán perfeccionar su capacidad para efectuar razonamientos éticos.

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