viernes, 17 de enero de 2014

Relativismo cultural (II)

Los gerentes que tienen que hacer negocios en lugares tan diferentes como, por ejemplo, Japón, Corea, Arabia Saudita, Francia, México, China y Brasil, se enfrentan a infinidad de normas culturales, que van desde diferencias en los modales para comer, hasta religiones y principios morales diferentes. Por ejemplo, algunos factores culturales que deberían conocer los empresarios antes de hacer negocios en Arabia Saudita son: 1) que predomina el Islam; los musulmanes oran cinco veces al día, prácticamente cierran sus negocios durante el Hajj, el mes de la peregrinación, y el Ramadán, el mes del ayuno, y tienen reglamentos muy estrictos en cuanto al consumo de bebidas alcoholicas y drogas, la pornografía y la división de los sexos; 2) la zona podría ser inestable; 3) los saudíes respetan los boicot contra las compañias vinculadas con Israel, y 4) las costumbres sociales y religiosas imponen límites a las mujeres, aunque los empresarios saudíes cultos concederán a una idea o un producto la consideración que merece.

En el supuesto de que los relativistas culturales estén en lo cierto, en el terreno empresarial, es imposible encontrar un orden moral común. Los gerentes, se deben limitar a obedecer las costumbres, los códigos y las leyes locales. Sin embargo, están en los cierto los relativistas culturales? Pueden los gerentes estadounidenses que están en Arabia Saudita tratar a las mujeres saudíes de la misma manera que lo hacen los hombres saudíes, sin tentarse el corazón?. Incluso, aunque la política sea diferentes, pueden los gerentes estadounidenses que están en Sudáfrica aceptar, sin remordimiento alguno, las actitudes de los sudafricanos blancos contra los negros? O, pienses en la República Popular China, debe una sociedad que opera en ese país aceptar que se nieguen las libertades políticas básicas? Y, qué pasa cuando las compañias se encuentran divididas entre los requisitos de dos gobiernos y sistemas jurídicos diferentes? Por ejemplo, el gobierno de Francia, en cierta ocasión, giró órdenes a la subsidiaria francesa de Dresser Industries, empresa estadounidense, de que vendiera a la Unión Soviética materiales para construir un gasoducto que llegaría a Europa Occidental y, por otra parte, el gobierno de Estados Unidos le prohibió a Dresser y a todas sus subsidiarias que vendieran los referidos materiales soviéticos.

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