domingo, 16 de febrero de 2014

Experimentos económicos en la república popular china (II)

A lo largo de los años ochenta, China aceleró su programa de reformas con la esperanza de convertirse en un actor de peso dentro de la economía mundial. Empresas como Reebok, Nike, Squibb e Ingersoll-rand respondieron invirtiendo en riesgos compartidos con compañias chinas, atraídas por las oportunidades de un mercado virgen, así como por la capacidad productiva de una economía industriosa, aunque todavía no industrializada.

Sin embargo, el crecimiento económico de China ha sido muy doloroso. Para transformar una sociedad predominantemente agrícola en otra preparadas para cosechar los beneficios de la tecnología y las innovaciones del siglo XX, los líderes de China han optado por modificar, sin abandonar, la economía planificada. Esto significa tratar de impedir que la economía se expanda a demasiada velocidad, evitar los efectos pronosticables de la inflación -la espiral ascendente de precios y salarios- que se podría agravar debido a los planes económicos que, en esencia violan las leyes de la oferta y la demanda. Muchos líderes pensaban que los cambios se estaban operando a demasiada velocidad y se alarmaron mucho cuando los estudiantes universitarios demandaron reformas democráticos, además de las reformas económicas.

En mayo de 1989, los tanques irrumpieron en la plaza de Tiananmen, marcando el fin de una etapa de liberación. Mientras el mundo observaba, la línea dura del partido mandó una sangrienta represión de los estudiantes. Algunos temen que esta violencia sea indicativa de un prolongado distanciamiento de las reformas económicas. Otros, más optimistas, aceptan la evaluación hecha por la Oficina de Tecnología del Congreso de EStados Unidos, en el sentido de que conforme aumente el poderío económico, tecnológico y militar de China, ésta será cada vez más importante para Estados Unidos.

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